"Vamos
a ver cómo es el reino del revés…", reza una canción infantil acerca
de un mundo donde los perros caen hacia arriba y la gente baila de cabeza,
esa canción me hacía imaginar también un mundo donde un ciudadano no puede
sentirse seguro ni en su casa porque le van a robar, donde los delincuentes
disfrutan de hacer de las suyas en la calle y la gente inocente va a la cárcel
por defenderse, donde un Estado que debe proteger a su pueblo, lo deja
abandonado.
Pensaba
en ese mundo de imaginación, pero no…
Así estamos en el Perú, esta es una tierra de fantasía donde todo
funciona al revés, y si los empleados públicos no caminan de cabeza es porque
la ley de gravedad no la promulgaron aquí.
Estamos en un reino donde no gobierna el presidente pero sí la esposa
que se computa Lady Di, donde los políticos llegaron a servir a los pobres y al
final salen en revistas de moda y visten ropa fina, donde un partido habla de
nacionalismo pero es un secreto a voces que sus líderes recibieron plata de
otros países.
Perú no
parece ser un reino del revés, es una vuelta y media de paradojas que ya
tomamos como parte de la cotidianeidad, hasta que nos enfrentamos a ese sistema: Por un accidente familiar mal tratado en Essalud o una denuncia policial que no es tomada en cuenta o una necesidad de transporte en una Lima imposible de transitar. Nos queda como consuelo escuchar una canción infantil, para imaginarnos un mundo al revés,
que debería ser este mismo que vivimos y nosotros estar mucho mejor.